domingo, 7 de octubre de 2012

ENCUENTRO DE AMIGOS, TERMINA EN UNA PEQUEÑITA DISCORDIA

En lo que parecía una cálida reunión de amigos, en un reconocido bar de La Ceiba, Honduras, algo iba a suceder.
La paz poco duró, el ambiente gentil que se vivía se fué nublando debido al mal comportamiento de algunos de los hombres que estaban allí.
Como es de costumbre un grupo de más de 60 personas (todos hombres), se juntaban a ver el fútbol y tomar cervezas en el bar de uno de ellos.
Pero el último encuentro pasará a la historia por la grotésca situación vivida. Todo comenzó cuando uno de los individuos, ya ebrio, tomó un chorizo de la barbacoa asada que estaban disfrutándo, y lo introdújo en el vaso de cerveza del hombre que tenía a su lado. El hombre damnificado se enfureció y golpeó al ebrio, que a su vez cayó sobre otro comensal que se puso iracundo y se unió a la grésca. Y entre tanto alboróto, algunos golpes azotában a quienes no estaban perticipando de la riña, que enfurecidos por ser golpeados se unían a la batahóla en su afán de venganza. Así, la riña tomó proporciones épicas, en donde tarde o temprano todos, (sí, absolutamente todos) quienes estaban en el lugar se encontraban participando de la batalla.
Por supuesto que al desatarse en un bar, la pelea no sólo involucró golpes de puño, también hubo platos, cubiertos, y vasos que volaban por los aires impactando en el cuerpo de algún hombre, o terminaban en el suelo estallando en añícos.
También volaba comida, y los líquidos que estaban en los vasos.
Finalmente, transeúntes que pasaban por la calle de aquella familiar y amistosa noche de verano, se percataron de la batalla campal de dimensiones colosáles que tenía lugar dentro del bar, algunos llamaron a la policía para que intervenga.
Cuando los uniformados llegaron, se encontraron con una trifulca sin precedentes, en donde los gritos, insultos, y ruidos de objetos arrojados se mezclaban con el olor a cerveza derramada y a humo de algún cigarro que entre tanto alboroto fué a parar sobre algo inflamable.
Así fué como un ambiente de paz terminó en una feroz bronca. De los hombres que disfrutaban de la pacífica velada, 37 fueron a parar al hospital, 26 a la prisión y 11 a la tumba.
Una gran lección sobre la ira y furia humana, y sobre el peligro de hacer amistades con personas inestables.
Un ambiente muy tranquilo según el dueño del bar, que horas después, estupefacto y dolorido por la lucha, no tuvo mejor idea que decirle a la prensa  "Acá no pasó nada".



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